miércoles, 9 de octubre de 2013

Fuego.

Fuego.
Es ese elemento que había en su mirada, en esa mirada que hacía temblar hasta la persona más fría del planeta. Ese fuego, el fuego de su interior y de su exterior.
El elemento de su signo. Fuego.

Estoy hablando de ti aunque no te des cuenta, porque tú vas causando un incendio por allá donde pasas, porque eres más ardiente que el propio sol. Derrites hasta el corazón más duro que puedas encontrar.
Y sigo hablando de ti.

Aunque quieras, no puede ser de otra forma, eres fuerte y aunque caiga mucho agua para apagarte, nada lo conseguirá, ni con todo el agua del mundo te apagarías.

Estar cerca de ti, me produce una sensación de estar protegida alrededor de tus aros de fuego, donde quien quiera hacerme daño no podrá pasar. También hay cosas tuyas que me queman, aunque correré el riesgo de quemarme, porque sé que sin el Sol, la vida en la Tierra no existiría. 

De ti depende que el mundo siga en pie, aunque tú no lo sepas. Eres importante, para mí. Y quien sabe para quien más.
Todo el mundo es importante para alguien, ¿no?

Es probable, aunque a veces pensamos lo contrario.

No dejes que tu llama se apague nunca, yo la estaré protegiendo, la haré más grande si es posible. Pero por favor, no me quemes. Solo te pido eso.

Gracias por mantenerme con vida.











No hay comentarios: